agosto 09, 2010

¡A Querétaro!

Ahí está el patrón, haciendo cuentas y garabatos en su cuaderno.
— ¿A dónde va Arnulfo?
Nomás voy al correo, don.
— No se tarde.
Ya casi llego al correo.
— ¡A Querétaro!— le digo al que atiende.
¡Qué bien funcionan las cosas en la capital! Uno no ve ni quién lo atiende, sólo se le dice a dónde va la carta y ya.

—Arnulfo, regresó rápido.
­—Sí don, sólo dejé el sobre del dinero onde decía buzón. Me acerqué y le dije “¡A Querétaro!”.
El patrón continuó con sus garabatos, sonriendo.

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