y es tan neciamente roca que dura
debajo de la amarga lluvia impura
su forma eterna cual si fuera poca.
Un grillo solo[1]
entre la tierra canta
de rocas muertas, de prosapia extensa:
la Roca llora, el corazón decanta.
Dio un salto el grillo y alcanzó la Roca
cuando su llanto propalado estaba
desde el ocaso que su herida evoca.
Habrá dejado mientras deliraba
algún amante al posar su boca
dentro del pecho un Rubí que amaba.